Leo hoy que Jêrome Kerviel, el operador de bolsa francés que en enero de 2008 causó un agujero de 4.900 millones de euros en el banco donde trabajaba, Société Générale, irá tres años a la cárcel y tendrá que pagar los 4.900 millones de euros que el banco perdió por su culpa. Con su sueldo actual de 2.300 euros le va a llevar algo más que pagar una hipoteca, 200.000 años suponiendo que hagan la vista gorda -otra vez- y le perdonan los intereses. Tendrán que ser pacientes en Société Générale.
Para mi lo más curioso del asunto no es que un chavalín, un broker novato, pueda montar semejante tinglado durante más de un año sin que nadie se dé cuenta (¿generan amnesia los beneficios?). Ni tampoco que no hubiera un lucro directo (ni el juez ni el banco han podido encontrar indicios de enriquecimiento ilícito; y si un banco al que le deben 5.000 millones no encuentra nada me creo que no hay nada).
No, lo más curioso es que no he visto ni una sola crítica al hecho de que un banco pueda apostar en bolsa cantidades superiores a su propio valor (Jerome llegó a jugar con 50.000 millones de euros, el valor de Société Générale en bolsa es inferior a 40.000 millones). Pensaba que eso sólo ocurría en las timbas de póquer. Como curioso es que un banco serio se enriquezca a base de comprar acciones en los mercados asiáticos y venderlas en mercados europeos minutos después aprovechando los desajustes en los precios para ganar unos céntimos por acción (en teoría el trabajo de Jerome). Bienvenido sea el nuevo concepto de valor añadido, esto sí que incrementa la productividad de un país y no el buscaminas de Windows.
Sin embargo lo realmente terrible no son los 5.000 millones, ni la mezcla de ruleta rusa y orgía desbocada en la que ha devenido el sector financiero. Lo realmente duro, lo incomprensible, lo tremendo, es la hipocresía. La falta absoluta de misericordia de Société Générale con su empleado modelo, que se dejó la piel para que los accionistas ganaran unos millones de euros más. La lealtad y la iniciativa ya no son lo que eran.
1 comentario:
De lo que trabajé en sistemas informaticos de finanzas recuerdo sobre todo la absoluta opacidad del sistema, en ningun momento nadie salvo el trader y otras dos personas con suerte saben lo que se està haciendo con el dinero y se la pela a todo el mundo mientras dé resultados.
Cuando contratas un seguro puedes estar financiando cualquier mierda infecta sin que ni el que te vende el seguro, ni el que ofrece servicios financieros al seguro ni nadie sepa lo que està pasando.
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