27 de marzo de 2011

El arte de votar


Los alemanes no dejarán nunca de sorprenderme. Este fin de semana hay elecciones locales y como buen ciudadano residente en Darmstadt no podía dejar de lado mis obligaciones y me he animado a participar.

Cualquiera pensaría que lo más difícil es elegir a quién votar, especialmente cuando uno entiende la cuarta parte de los programas (tienen demasiadas palabras que Google no sabe traducir) y no lee los periódicos. Pero no, lo más difícil es votar en sí.

Tras un estudio intensivo de la escena política de Darmstat (incluyendo la asistencia al debate entre los candidatos en alemán y sin subtítulos) he descubierto que la vida política en "ciudad intestino" es mucho más interesante de lo que uno espera a priori e incluye un partido del desagüe, otros que se disfrazan del señor de los anillos en sus carteles y un italiano que habla alemán como yo. Sin embargo esto no te prepara para rellenar la papeleta, tamaño A1, que se parece más a una quiniela gigante que a cualquier otra cosa (doy fe que la sensación al rellenarla es la misma, especialmente porque hay que utilizar equís, unos y doses).

Darmstadt tienen un sistema de listas abiertas con elección directa de alcalde. Es decir, que por un lado votas al alcalde que más te guste de entre los seis candidatos, y por otro eliges a los 71 miembros del "parlamento" local. Así que si uno tiene el día inspirado nada ni nadie te impide votar a un alcalde de derechas y al mismo tiempo al partido ex-comunista para el consejo; combinación extrema pero que daría mucho juego en las reuniones del pleno del ayuntamiento.

Pero no dejen de leer todavía porque la cosa no acaba aquí. Lo más gracioso es que para elegir al parlamento uno tiene 71 votos y los puede distribuir entre los candidatos de todos los partidos como uno quiera. Y para hacerlo más interesante se puede dar uno, dos o tres votos a cada candidato. Demencial.

Existe la vía rápida de votar a un partido (y los 71 votos son repartidos por orden entre los candidatos del partido) e incluso la opción de votar a un partido y tachar los nombres de los candidatos que no te gusten para que no reciban ningún voto. Pero el verdadero gozo democrático se alcanza cuando uno decide hacer un "mix" y preparar un buen cocktail de candidatos y partidos ya sea para forzar coaliciones o simplemente por pura diversión. A esto ayuda muchísimo que las fotos y el perfil de todos los candidatos esté disponible en Internet.

Así por ejemplo si uno se desplaza en bici todos los días pero no quiere que le obliguen a reciclar hasta las chapas de las cervezas, uno puede repartir sus votos entre los socialistas y los verdes con la esperanza de lograr un equilibrio aceptable. O si uno cree firmemente en la eficiencia puede votar sólo a los candidatos ingenieros. O sólo a mujeres, con la esperanza de que su mayor sentido estético les haga entrever la necesidad de demoler ese centro comercial monumento a la fealdad en torno al que se organiza la vida de la ciudad llamado Luisen Center. O sólo a la gente del partido pirata y a los menores de 30 años, con la esperanza de que gente joven y todavía idealista intenten dar un nuevo aire a la ciudad. O si uno se aburre mucho puede votar un candidato con cada letra del alfabeto. Las posibilidades son infinitas y si te quedas sin ideas siempre puedes copiar las 3 últimas quinielas.

Lo única pega del sistema, no hay la posibilidad de irse de tapas y de vinos después de votar. Aunque siempre quedará la opción de la cerveza y los Bretzel.

Creo que un sistema así haría furor en España y serviría para que la gente recuperara la ilusión por votar. Yo ya me lo estoy imaginando la cara de un León de la Riva derrotado como alcalde a pesar de que su partido hubiera ganado las elecciones. Eso es poesía, eso es democracia.
 
Para los curiosos, esta es la papeleta para elegir al parlamento y la papeleta para elegir al alcalde.

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