13 de febrero de 2014

Fortuna

No es que tuviera pánico a volar. Ni siquiera era miedo a la muerte, pues hacía muchos años que había asumido que en esta vida llega un momento en que uno se muere sin más. No, lo que realmente le angustiaba cada vez que se subía a un avión era la remota posibilidad de morir junto a un perfecto desconocido, de pasar los últimos instantes de su vida junto una vieja histérica o un americano obeso y sudoroso con olor a patatas fritas.

Por eso el día en que el motor derecho del Boeing 737 en el que viajaba explotó en plena fase crítica de despegue se sintió afortunado. Muy probablemente, Olga, la joven pelirroja violinista sentada en el asiento de al lado, no compartiera ese entusiasmo. Murieron abrazados.


7 de febrero de 2014

The mad ones

... because the only people for me are the mad ones, the ones who are mad to live, mad to talk, mad to be saved, desirous o everything at the same time, the ones who never yawn or say a commonplace thing, but burn, burn, burn like fabulous yellow roman candles.

Jack Kerouac, On the Road

3 de febrero de 2014

Eterno retorno

Desde joven se dejó seducir por los encantos del vino, aunque fuera peleón y hubiera que mezclarlo con la cola barata del supermercado.

Con los años su gusto por los tintos creció en paralelo a su capacidad adquisitiva. Del vino de la casa, al Ribera, del joven al reserva. Y a partir de su ascenso a Director de Ventas de una gran empresa nunca faltó un Vega Sicilia el día de su cumpleaños ni en las ocasiones especiales.

Siempre fue un hombre coherente. Por eso nadie se sorprendió que acabara sus días decantándose por el clarete de tasca compartido con los viejos amigos de la infancia y con una roja nariz de borrachín permanente.