13 de julio de 2011

Te voy a llevar al huerto


Ha pasado una década pero todavía recuerdo como si fuera ayer aquella mítica clase en la que cierto profesor de electrónica muy campechano, ante una pregunta algo enrevesada de una compañera, dijo, inocentemente se supone, esa frase mítica de “¡ay putilla, putilla! tu lo que quieres es llevarme al huerto”. Aunque el profesor se dio cuenta inmediatamente del monumental patinazo no le quedó más remedio que estar disculpándose durante todo el cuatrimestre.

Pero no estoy aquí para vender mis batallitas universitarias, sino para reflexionar de esa expresión tan interesante que es llevarse a alguien al huerto y que por fin he comprendido plenamente. No se me escandalicen que no me he llevado a nadie a ningún sitio. El tema de hoy es que ya tengo un huerto (compartido eso sí). Ahora sólo falta encontrar a quién llevarse, pero la parte más complicada en estos tiempos modernos y urbanos que nos ha tocado vivir está ya solucionada.

Resulta que los alemanes, muy amantes de la naturaleza, la jardinería y el háztelo tu mismo, inventaron hace muchos años los huertos de alquiler, generalmente subvencionados por el ayuntamiento de la ciudad, y cedidos por precios simbólicos a cambio del compromiso de dedicarlos tiempo y tenerlos bien cuidados.

No, no me he vuelto responsable de golpe. Sigo siendo incapaz de cuidar algo vivo que no sea un cactus. Lo que ocurre es que me he apuntado al HortoFunClub de ESOC, qué es un grupo de gente interesada en las plantas y sus derivados, especialmente en su vertiente comestible.

El club acaba de conseguir alquilar para el disfrute (y sudor) de sus socios un huerto junto a uno de los parques más bonitos de Darmstadt y también un pequeño jardín de 300 m2 al borde del bosque.


La huerta es lo más parecido a tener una de esas granjas de Facebook en el mundo real con sus patatas, sus colirrábanos y sus lechugas. Tal vez no dé lo suficiente como para especular en el mercado de futuros de alimentos, sin embargo resulta la mar de entretenido eso de regar las plantas, ver como crecen y finalmente sacrificarlas en una ensalada fresquísima.

Pero es el jardín lo que más me ha llamado la atención. Además de mucho sitio para plantar desde fresas a árboles frutales pasando por rosales y plantas de hierbabuena mojito, tiene una pequeña cabaña y espacio suficiente para poner unas mesas y celebrar picnics y barbacoas. Y todo ello en un sitio tranquilo y apartado de la civilización rodeado sólo de bosque y de otros huertos. Es lo que con dieciocho años uno hubiera llamado el picadero perfecto. Cervezas con los amigotes por la tarde, arrumacos con las amigüitas por la noche ¡anda que no son listos estos alemanes!

Tras preguntar aquí y allá me he enterado que esto no es algo exclusivo de Darmstadt sino que está muy generalizado por toda Alemania. Son muchos los alemanes que, a falta de una casa con jardín, optan por solicitar un huerto para satisfacer esa necesidad vital de encontrar la armonía con la naturaleza arrancando hierbajos. Ahora entiendo que lo que muchas veces confundí con poblados de chabolas no era tal cosa. Parece ser que el uso como picadero es minoritario entre los alemanes, no hace falta huerto cuando te vas de casa a los dieciocho en lugar de los treinta.

En España también se están poniendo de moda (hasta en Valladolid hay un par de ellos). Tal vez sea el momento de empezar a recalificar tanto solar urbanizable abanadonado en zona cultivable. No creo que sirva para sacar al país de la crisis, pero al menos habrá que comer si Europa se hunde y se termina subastando países de la periferia a los chinos para pagar las deudas.

1 comentario:

Fran dijo...

Del mismo (difunto) profesor recuerdo aquello de "Antes mareabamos mucho la perdiz: que si cartas de amor, flores... Ahora con los teléfonos móviles fulanito llama a fulanita y le dice, ¡Qué! ¿follamos?"

En Francia se llaman "Huertos obreros", antes estaban muy asociados a los obreros en zonas industriales y hace poco hubo una polémica porque en St. Denis creo querían quitarlos para urbanizar, viva el ladrillo.